A veces pasan estás cosas, inevitables por otro lado, pero que no dejan de sorprendernos. A mí me ha impactado más de lo que me imaginaba porque curiosamente hace unos días pensé en la muerte de Michael pero, no sé, cómo algo lejano, casi como una ficción, como cuando coquetea con la muerte del Papa o de un presidente del gobierno (no quiero ser tétrico, pero creo que todos lo hemos hecho). Este tipo de personalidades parece que no se van a morir nunca hasta que el día más inesperado salta la noticia y todos los periódicos se ponen melancólicos y parece ahora que nadie le hizo la vida prácticamente insoportable a este hombre, aunque tampoco hay que disculparle del todo pero en realidad sus excentricidades eran las que marcaban su identidad. Un día triste para la música.
Al fin, nos queda sus canciones, no puede haber mejor honor que crear algo perdurable.
Gracias